*Salto. Salto sobre el pasto y reboto mientras muevo los brazos como un bonobo con casi el doble de su estatura. Me agrada que estos pigmeos del Congo resuelvan sus conflictos con caricias.
*Oh, las endorfinas, que maravilla cuando surgen de inmediato en las plantas de los pies, con guiños en la zona meridiana y el corazón, antesalas de la fiesta que está por comenzar en ambos hemisferios del cerebro. El sol acompaña el movimiento. Una decena de loros se ríen en el cielo.
*Teniendo en cuenta que acabo de recrear un plus de energía, me tomo la molestia y casi media hora de mi valiosísimo tiempo para pispear en que andará la política y quienes la conforman. Hace semanas que no me entero de casi nada. Podría haber perdido diez minutos para concluir que continúa siendo una tuna camaleónica de dimes y diretes. Separo los maxilares y estiro mis músculos faciales. Bostezo.
© Nicolás García Sáez