La balada infinita de Alberto Carlos Bustos

Estamos frente a una novedosa propuesta que, a priori, puede parecer experimental, pero, en gran parte, o su totalidad, no lo es. Esta balada, sui generis por donde se la mire, escuche o perciba, es un poema audiovisual de larguísimo aliento, una ópera o ensayo poético sobre el valor de las palabras y el amor (o el desamor) como materia prima irrefutable de la condición humana.

Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro, personaje de ficción ideado por el célebre actor Miguel Ángel Solá, es encarnado en la película por la propia voz en off del reconocido intérprete. Junto a la cadencia del recitado, las imágenes son los hilos conductores del relato, requiriendo de oídos muy atentos por parte del espectador/oyente. Y no es que haya algo demasiado complicado de entender, pero la profundidad de los textos, la voz, las imágenes, su edición y su musicalización, invitan luego a detenerse en reflexiones e interpretaciones variopintas.

Bustos y Solá también lo hicieron, inicialmente en Argentina, luego en España, durante la década del 80, en la escritura de piezas teatrales y conciertos en la televisión o espectáculos al aire libre, emprendimientos que embarcaron junto a otra gran cofradía: La Típica en leve ascenso, en donde el actor también sorprendía al público con su talento como músico.

La película, que presentaremos en convocatorias y festivales, en parte fue motivada por algunos acontecimientos de la biografía de Bustos, recuerdos e historias de amores que se fueron diluyendo, pero que también invitan a la esperanza del reencuentro y la reconciliación, tal como puede leerse en los casi 60 episodios desplegados por la pluma de Solá, durante un año y medio.

Vida, obra, sexo y arte de Alberto Carlos Bustos, municipal y pájaro, así se titulan las entregas que se fueron publicando semanalmente en el blog del Colectivo Cultural Los Verdes Platónicos. Esta comunidad (que reúne a más de cien integrantes del ámbito del arte y la cultura, y a varias figuras nacionales y extranjeras, íntimamente interconectada con Los Verdes Paralelos, colectivo satelital que nace en el seno Verdeplatónico, durante el aislamiento obligatorio del 20/21, y también con las editoriales independientes Sátira y Musa y Oliverio) se ha constituido, entre los circuitos actuales, en un gran referente del librepensamiento

Y es allí, durante las publicaciones que se hacían en el blog, donde se planta la semilla del film. Si bien tuvo su objetivo o primera intención en el Colectivo, tomó luego un camino diferente, dejando en suspenso el guion inicial para adentrarse en los magníficos textos de Miguel Ángel Solá, acompañados por los dibujos infantiles de Nicolás García Sáez, contrapunto en las profundidades de Bustos y fieles compañeros en la interpretación de varios fragmentos y poemas; no es tarea sencilla resumir textos contundentes y extensos con la única imagen de unos trazos ingenuos que se hicieron a los cuatro años de edad…pero funcionó, hubo buena recepción, mayormente aplausos virtuales. Había que dar el siguiente paso. Por medio de un Iphone 7 baqueteado, comenzaron a surgir videítos editados allí mismo, dibujos, fotografías, diseños…las entregas  pueden visitarse en el blog y plataformas aledañas, nos han dicho que tienen pensado darles nuevos bríos, hacerlas crecer dentro de su inmensidad.

La premisa principal es  que absolutamente todo el material sea inédito y hecho en casa. Hay mucho de quijotesco y utópico en este tinglado. Siendo esa la base/esencia/fuente de Los Verdes Platónicos, una pequeña porción del Colectivo se empeña ahora en generar la proeza. Desde Madrid y la ciudad de Buenos Aires, desde el delta del Tigre bonaerense, La Plata y el Valle de Punilla cordobés, la virtualidad aporta una de sus mejores versiones y convoca al actor, al director, a la editora, al musicalizador, a los que se van sumando a la aventura.

En “Si dijera…”, la primera pieza del film, musicalizada por Martín Bianchedi, otro gran talentoso de extensa carrera entre las tablas, Solá y Bustos reflexionan juntos, acerca del sentido de las palabras y de las impresiones que  despiertan algunos términos. La poesía, la imagen y la música confluyen en el audiovisual para explorar la naturaleza de la palabra en todo su espesor. En “Bla bla”, el quehacer poético vuelve a invocarse, parte de su simbología y el absurdo, en clave paródica, se subrayan mediante la contundencia de imágenes precisas y una edición impecable.

Las imágenes tienen un rol central en toda la trama. Fijas y en movimiento, figurativas y abstractas, puntillistas, espontáneas, forman un elenco nutrido, compuesto por dibujos, pinturas, fotografías, diseños y videos, que amplían el universo de las cosas nombradas y hacen estallar los significados en múltiples lecturas. Así, las palabras son grafismos, que suenan y representan. Tienen forma, peso y densidad. Ocupan espacio y están impregnadas por el tiempo, individual y social. Evocan objetos, fenómenos, sentimientos, personas, sensaciones, reflexiones. Designan, y cada vez que nombran, invisten de sentido a las cosas. Nicolás García Sáez, tutor de la criatura Verdeplatónica, es el autor de todas las imágenes y del guion , y es además el director de la película.

La vida está atravesada por palabras. En ocasiones, las imágenes del film representan con fidelidad lo dicho por la voz, acompañan y reafirman un significado, las imágenes se disponen en consonancia. Otras veces, aparentan ser un contraste, cierto humor parece suavizar la gravedad de lo que se dice (recurso, se ha dicho, que comenzó a utilizarse en las entregas de Bustos), y luego voz e imagen parecen colisionar rauda o paulatinamente, sutiles, en asociaciones que se muestran, en una primera apariencia, ilógicas, pero que brillan en el quid de algo que acaba titilando en un nuevo descubrimiento y reafirmando lo que se narra. Y es que las palabras también corporizan los pensamientos, las emociones más profundas y los meandros de la psiquis; aquello que no se puede visualizar y que, paradójicamente, el film logra materializar con luces parpadeantes, abstracciones, imágenes ralentizadas y aceleradas y otros efectos propios del montaje poético, aquí realizado por María Paz German, fotógrafa de vanguardia y docente de talleres, durante siete años, en la villa 31 de la ciudad de Buenos  Aires y en el marco del colectivo Ojo de Pez. Colaboraciones, asistencias y gestiones con las altas esferas del Universo Audiovisual, están a cargo de Florencia Suárez Guerrini, editora de los mejores libros que nacen en la Universidad de La Plata y un currículum de recorrido superlativo.

Así las cosas, la película continúa su andadura y va sumando piezas únicas y elaboradísimas. Cabe destacar también los encuadres que, por defecto, se han convertido en grandes virtudes por medio de la decisión del director y la loable labor de la editora a la hora de ofrecer un conjunto que, saliendo de la estructura típica cinematográfica, brinda una plasticidad, un devenir orgánico y fructífero, del que  hay poca memoria en la historia del Séptimo Arte.

 

Texto: Los Verdes Paralelos