Permanencia

Las piedras que hay en el río provienen de las rocas que nacen, en buena parte, de la lava. Las piedras se van erosionando, puliendo, cobrando formas y nombres la mar de interesantes: canto rodado (rolling stone), gravas, guijarros, piedra canica, bola o limón.  El agua fluye lenta, a veces se estanca terca y luego vuelve a fluir con parsimonia de tortuga dopada o etérea. Me tomo el atrevimiento momentáneo (porque dudo) -mientras observo el devenir líquido y perezoso- de refutar a aquel presocrático nativo de Éfeso, Don Heráclito, El Oscuro, El Adivinador, quien postuló, sin titubear, su celebérrimo “todo fluye, nada permanece”.

Si bien una de las aseveraciones más afianzadas del budismo también habla sobre la impermanencia, creería que el filósofo (más o menos contemporáneo de Siddharta Gautama) la pifió un toque al establecer la fluidez de los fenómenos dentro de un marco de observación presencial que, por mera costumbre o cercanía, tomaba como ejemplo a los ríos de la época, muchos de los cuales siguen existiendo, pero con aguas completamente distintas. La duda se diluye o se sostiene a tientas, mientras estoy parcialmente de acuerdo con el griego, ermitaño y autodidacta.

Es el mero y enésimo silogismo el que se atreve a cuestionar al Tótem Pensador. En parte le estoy haciendo caso: todo fluye, nada permanece, ni siquiera los Tótems, excepto en la Isla de Pascua, claro, pero también es un aserto parcial, ya que se erosionan con el viento, que es otro elemento, ergo, los va desgastando mientras los presenta distintos, menos, supongo, para los turistas japoneses, que los ven como una magnífica e inamovible postal.

Veamos: si la piedra viene de la roca, que nace de la lava, que proviene del magma, que se origina por la fusión de las rocas, que se forman con las altas temperaturas y presiones que hay en las profundidades del planeta, que flota entre otra inmensidad de planetas, que hay en el Universo, que hasta el día de hoy, absolutamente nadie, ni siquiera el más premio Nobel o Asturias de los científicos sabe exactamente de donde viene y proviene y se origina y nace…la duda, no tan a tientas, sería la siguiente: si esa piedrita medio bola, medio limón que el año pasado, en este mismo mes, estaba exactamente en el mismo lugar (la tengo filmada) que la misma roca que la acompaña…además del tiempo, que fluye raudo, que permanece solo en los recuerdos o en los videos de un Iphone baquetedo (entre otros) y del agua, que no ha sido la misma…en este caso puntual, digo…¿adónde se apreciaría la impermanencia de las cosas? Por cierto, el video, hasta hoy, tampoco se había movido de su sitio. Y que conste aquí que en ningún párrafo se habló sobre los orígenes del agua

Texto y video: © Nicolás García Sáez